Por la sequía, el Fondo y el Gobierno acordaron flexibilizar las metas del programa económico

WASHINGTON.- El Gobierno y el Fondo Monetario Internacional (FMI) anunciaron un nuevo acuerdo para flexibilizar las metas del programa económico que se puso en marcha hace apenas un año, una profunda recalibración forzada por la continua fragilidad de la economía y la fuerte sequía que golpeó a la cosecha del campo. El nuevo acuerdo, que aún debe ser aprobado por el board del FMI, despeja el camino para recibir un nuevo giro por unos 5300 millones de dólares en las próximas semanas.

Aunque el Fondo aceptó –sin más remedio– el pedido del Gobierno de la meta de reservas para este año, tal como habían anticipado fuentes oficiales, también acordó reafirmar las metas fiscales y el esquema pactado para la suba de tarifas previstas para bajar la cuenta de subsidios energéticos, la principal variable de ajuste del déficit de las cuentas públicas.

“En un contexto económico más desafiante, en particular la sequía cada vez más grave, se necesitan medidas de política más fuertes para salvaguardar la estabilidad, abordar la inflación creciente y los reveses de política, y mantener el papel de ancla del programa. En este contexto, se solicitan revisiones de los objetivos de reserva para 2023″, dijeron en un comunicado Luis Cubeddu, subdirector del Departamento del Hemisferio Occidental del Fondo, y Ashvin Ahuja, el nuevo jefe de misión para la Argentina.

El nuevo acuerdo con el Fondo le brindará al Gobierno una bocanada de oxígeno para intentar llevar la economía hasta las elecciones presidenciales y el fin del mandato de Alberto Fernández, alejando el riesgo de una suspensión de los desembolsos previstos para el resto del año, cruciales para sostener las reservas y cumplir con los pagos de la deuda, incluidos los pagos al Fondo.

Pero la economía argentina continuará sufriendo la escasez de dólares, agravada este año por la fuerte sequía que le propinó un duro golpe a la cosecha del campo, una de las principales fuentes de divisas de la Argentina.

Apuntalado por la docilidad del Fondo para acomodar sus exigencias a las limitaciones de la Argentina, el equipo de Massa terminó de delinear la nueva flexibilización del programa económico con el staff en una negociación que recorrió varias latitudes, y se alargó en la recta final: primero un equipo técnico del Fondo viajó a Buenos Aires, y luego una misión del Gobierno llegó a Washington para terminar de delinear el acuerdo técnico y preparar los documentos que serán elevados al board del FMI, que dará su aprobación definitiva, se prevé, a fines de este mes.

En la reunión del G20 en Bengaluru, India, Massa perfiló el acuerdo con la jefa del FMI, Kristalina Georgieva, y la número dos, Gita Gopinath, ahora más involucrada con la Argentina, y con quien Massa tejió buena sintonía.

Pese a que el Fondo y el Gobierno dijeron que las metas se mantendrían, y tildaron al acuerdo original de “realista y creíble”, el programa ya se modificó tres veces. Esta última revisión, correspondiente a la cuarta auditoría trimestral del Acuerdo de Facilidades Extendidas (EFF, según sus siglas en inglés) firmado hace un año, fue la más profunda, y se concentró en uno de los flancos más débiles del plan económico: la fragilidad de las reservas del Banco Central, que mantienen latente la amenaza de una devaluación aguda. Para muchos economistas, la nueva modificación sólo compre tiempo vuelve a golpear la credibilidad del plan, aunque reafirma la predisposición del Fondo para acomodarse a la coyuntura económica y política del país.

El principal cambio fue la meta de reservas. Gobierno debía sumar 9800 millones de dólares a las reservas netas del Banco Central en 2022 y 2023, un objetivo inalcanzable por la sequía. Esa meta se dividía, originalmente, en 5800 millones de dólares el año anterior y 4000 millones este año.

Para cumplir con ese objetivo, Massa y su equipo diseñaron el “dólar soja”, una medida que el Fondo aceptó a regañadientes sólo porque se trataba de una herramienta excepcional. Pero el éxito del “dólar soja” requiere, sí o sí, que haya soja para vender. El golpe que le impuso la sequía al campo –paradójicamente, el mismo fenómeno que descarriló el programa de Mauricio Macri a principios de 2018– forzó al Gobierno y al Fondo a recalcular, otra vez.

Con el nuevo acuerdo, el Gobierno se asegura un horizonte al menos hasta las primarias presidenciales. La próxima revisión del Fondo, que auditará las metas del primer trimestre, está prevista para junio.

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