Es una buena década para ser gatos: los estamos tratando como a hijos, hacemos circular sus videos por todo el mundo y en Japón juran que fueron ellos –los felinos– los que salvaron la economía durante la pandemia. Porque la ansiedad y el estrés del encierro llevaron a miles de familias a buscar tranquilidad y afecto en ellos e invirtieron su dinero. En 2021 los gatos movieron 14.600 millones de dólares en alimentación, veterinaria, turismo felino y la infinidad de artículos surgidos de la pasión japonesa por los felinos.
“La acumulación de pequeñas cantidades por parte de cada familia contribuyó a la economía japonesa y fue el motor que movió al conjunto”, explica Katsuhiro Miyamoto, de la Universidad de Kansai. El boom de las “nekonomics” –la “miaueconomía”, diríamos, haciendo una traducción muy literal y muy mala– los puso en el rol de dinamizadores de la economía.
Ellos podrían gobernar al mundo; no lo gobiernan porque son extremadamente inteligentes y nos hacen creer que los amos somos nosotros.
Algo más…
En el país de la bandera del sol naciente, los gastos de la nekonomics superaron a los números de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de Tokio 2020: catorce mil millones de dólares, contra doce mil. ¿Quién puede resistirse a la mirada suplicante de un gato?
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