“La institucionalización del RITE sería un aporte valioso. Fue empleado como una estrategia de evaluación en la situación inédita de la pandemia, y contribuyó a elaborar un registro nominal de todos los estudiantes que permitió el acompañamiento y seguimiento de sus trayectorias educativas, a la vez que estableció quiénes requerían realizar períodos de intensificación de la enseñanza (más tiempo escolar, más enseñanza, más aprendizaje). Consideramos que describe más exhaustivamente las trayectorias de los estudiantes, exhibe aquello que no aprendieron y por qué. De todas formas, la calificación numérica se sigue utilizando al aprobar la materia a fin de año o bien al cierre del ciclo lectivo en febrero”, sostuvieron las fuentes.
La llegada de la pandemia y su consecuente aislamiento social obligaron al sistema educativo bonaerense a realizar numerosos cambios. Por ejemplo, en 2020 se implementó un modelo de promoción semiautomático en el que todos pasaron de año. En 2021, se permitió tener hasta seis materias previas para pasar al siguiente nivel, y durante el año pasado se retornó al sistema original en el que los alumnos pasan de año con hasta dos materias pendientes. Sin embargo, otros cambios introducidos en el escenario pandémico, como el del sistema de calificaciones conceptuales, la organización en cuatrimestres y la intensificación de la enseñanza, permanecen aún hoy.
“Con esto quieren legalizar lo que viene funcionando de manera ilegal”, cuestionó Diego Martínez, miembro del Consejo General de Cultura y Educación de la provincia de Buenos Aires por Juntos por el Cambio.
“Lo de la cuatrimestralización es algo lógico, pero el período de intensificación es un error porque se eliminan las mesas de exámenes que son una garantía tanto para el docente como para el alumno. Y la ambigüedad en la calificación es muy grave, porque no tiene ningún sentido”, opinó.
La reforma generó ruido entre algunos sectores educativos porque reflotó una : en febrero, la DGCyE buscó aprobar un proyecto que reformaba el régimen académico vigente desde 2011 y permitía que los alumnos secundarios bonaerenses pudieran avanzar a pesar de tener materias adeudadas, pero dada la controversia el proyecto se retiró del orden del día y no fue tratado en el consejo. La propuesta también incluía un nuevo ordenamiento de las materias, que se organizaban en grupos de asignaturas afines.
Por entonces, distintos especialistas en educación coincidieron en que si bien la repitencia no es útil, implementar estos cambios sin modificar el esquema pedagógico y curricular no tenía sentido, y además señalaron la falta de claridad del proyecto.
Sergio Siciliano, diputado provincial por Juntos por el Cambio y especialista en gestión y planeamiento de la educación, consideró que el proyecto que hoy se aprobó es confuso y “va a la carga con lo mismo de febrero”.
“Cuando llegó la pandemia suspendieron de manera transitoria el régimen académico vigente desde 2011 y fijaron normativas de excepción, como el reemplazo de las notas numéricas por conceptos y la no repitencia. Lo que quieren hacer ahora, a diferencia de febrero, no es derogar el régimen actual, sino poner en vigencia nuevas normas y dar la potestad a la Subsecretaría de Educación de hacer las modificaciones complementarias”, detalló.
Según Siciliano, el principal problema con este nuevo proyecto es que elimina las mesas evaluadoras y las reemplaza por períodos intensificadores. “Eso perjudica a los alumnos porque conviven en un mismo curso con compañeros con diferentes niveles y a los docentes porque tienen que dar tres materias diferentes a la vez”, dijo.
¿Medidas valiosas?
Desde un punto de vista teórico, Guillermina Tiramonti, investigadora del Área de Educación de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), consideró buena la iniciativa de seguir las trayectorias educativas e implementar períodos de intensificación. Sin embargo, apuntó que para poder decir si efectivamente es algo positivo o negativo se debe contar con un sistema de seguimiento permanente que permita medir el avance de los aprendizajes de los alumnos.
“Si esa evaluación existe y no es que se reemplaza el examen por un simulacro, estoy casi de acuerdo con los períodos intensivos. Tendríamos que ver qué pasa con los chicos que pasan de un nivel a otro con este tipo de evaluación; si el aprendizaje es real, estamos todos de acuerdo con que es mejor que el momento del examen, pero hay que probar que lo que se está haciendo funciona: por ejemplo, evaluando a estos chicos al iniciar el año”, describió.
Con respecto de la organización en cuatrimestres, respondió que no es per se una medida ni buena ni mala, sino que si ese tipo de organización mejora la prestación pedagógica es adecuada.
Y agregó: “Las medidas deberían ir acompañadas de una revisión pedagógica del sistema de la escuela secundaria. ¿Vamos a seguir con esta multiplicidad de disciplinas? Si es así, no avanzamos. Hay que propiciar un conocimiento interdisciplinar que permita abarcar la complejidad de la realidad. Esta es una mirada diferente a la que proporciona una currícula enciclopedista que parcializa el conocimiento”.